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Radio, Market & the Listener's Mind

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El aeropuerto de João Pessoa es un obstáculo para el salto económico, y el nuevo puente puede ser la ruta hacia una nueva terminal

Existe una particularidad entre Natal y João Pessoa que necesito destacar por experiencia propia. Durante mucho tiempo, Natal tuvo un aeropuerto pequeño, pero siempre muy concurrido y, con cada ampliación, la demanda absorbía rápidamente la nueva capacidad, exigiendo nuevas reformas en poco tiempo. Aunque a veces parecía saturado, siempre fue elogiado.

El aeropuerto era bien valorado precisamente por su ubicación: quedaba muy cerca de la zona de mayor generación de pasajeros de la ciudad, las playas y barrios de alta demanda aérea y, tras sucesivas ampliaciones, ya contaba con una capacidad respetable en sus últimos años. Los trayectos desde los polos generadores de pasajeros tomaban entre 15 y 20 minutos, además de estar en un área naturalmente abastecida por flujo pendular y opciones de transporte. Para los hoteles, resultaba económico llevar y recoger huéspedes en el Aeropuerto Augusto Severo, con rutas desobstruidas y prácticas.


El cambio

En 2014, durante la transición de aeropuertos en plena Copa del Mundo de Fútbol, el Augusto Severo dejó de operar y la ciudad pasó a contar con el Aeropuerto Aluízio Alves, más distante y de acceso más complicado. Coincidencia o no, comenzaron los “problemas” en varios indicadores de flujo de pasajeros y desempeño económico ligado al turismo. Es verdad que aquí y allá se observa alguna evolución, pero nada comparable a la curva de crecimiento que existía antes del cambio.

Lo que antes era un trayecto rápido y barato, se volvió cansado, congestionado y caro. El resultado fue inmediato: menor disposición de los pasajeros a enfrentar el desplazamiento, caída en la percepción de confort y, en consecuencia, menos vuelos. Con aeronaves más vacías, la lógica de mercado encarece los pasajes: “menos vuelos = pasajes más caros”.


La posición de João Pessoa

João Pessoa vive hoy una situación intermedia. El aeropuerto de “Jampa”, comparativamente, está más lejos de lo que era la ruta “Natal - Aeropuerto Augusto Severo”, pero aún más cerca que la ruta “Natal - Aeropuerto Aluízio Alves”. El problema es que no cuenta con la misma calidad de infraestructura, quedando detrás de ambos. Y esto ocurre justamente en un momento de boom inmobiliario y poblacional de la capital paraibana.

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Mientras Natal estuvo asfixiada durante décadas por un Plan Director que inviabilizaba la verticalización, encareciendo terrenos y limitando el potencial inmobiliario, João Pessoa aprovechó la brecha. El capital que podría haber ido a Natal encontró en la capital paraibana un ambiente más amigable y rentable. Hoy, “Jampa” no solo recuperó la diferencia sino que superó a Natal en población: antes tenía 100 mil habitantes menos, ahora tiene 100 mil más.

Ese ascenso refuerza aún más la idea de que un nuevo aeropuerto, en mejor ubicación, podría liberar todavía más el potencial económico de la ciudad. La ironía es que, mientras el cambio de dirección fue negativo para Natal, en João Pessoa podría ser positivo.


El nuevo puente como ruta expresa

João Pessoa cuenta con la construcción de un nuevo puente, un salto de conexión que permitirá un flujo más ágil y relativamente libre entre la principal zona generadora de pasajeros y una salida rápida de la mancha urbana. Este nuevo enlace abre la posibilidad de acceder en poco tiempo a vías rápidas que conducen tanto a las áreas de expansión como a la propia BR-101.

Esto trae dos posibilidades importantes. La primera es hacer más práctico el trayecto hacia el actual aeropuerto, funcionando como una especie de anillo vial: aun estando más distante, la vía expresa podría evitar el tránsito interno de la ciudad que hoy compromete el recorrido. La precaución, en este caso, debe estar en no repetir el ejemplo de Natal, donde tramos poco habitados del acceso al aeropuerto se transformaron en puntos de inseguridad.

La segunda posibilidad es más estratégica: el nuevo puente podría preparar el terreno para la reubicación del aeropuerto, llevándolo a un área más próxima a esa salida, ya fuera de la mancha urbana. Eso garantizaría al mismo tiempo mayor proximidad para los pasajeros y la construcción de una terminal moderna, capaz de atender no solo la demanda actual, sino también las proyecciones de crecimiento para los próximos años.

La obra abrirá camino a una nueva región, con potencial para la creación de rutas rápidas después del puente, y esto puede ser la clave para transformar la movilidad local.

Un aeropuerto exige acceso rápido a las áreas de mayor generación de pasajeros y, en el caso de la capital paraibana, esa región es el litoral y sus barrios satélites. Si el desplazamiento entre aeropuerto y zona hotelera es rápido, seguro y directo, el impacto puede ser decisivo tanto para turistas como para residentes. El visitante que sabe que podrá llegar al hotel en pocos minutos después del desembarque seguramente encontrará ahí un atractivo adicional. De la misma manera, los viajeros frecuentes sufrirían menos con trayectos más rápidos y menos congestionados. El aeropuerto de João Pessoa no posee la estructura que la ciudad merece; al menos por ahora, ese es el retrato.

Estimación de recorrido y tiempo entre el actual aeropuerto y la Playa de Manaíra, trayecto “ejemplo” para pasajeros con objetivos turísticos en una de las principales playas urbanas: Alrededor de 23 kilómetros con una duración estimada de 34 minutos.

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Actualmente no existe ningún proyecto de nuevo aeropuerto. Lo que presento a continuación son solo simulaciones de una posible terminal en un área que hoy se utiliza, básicamente, para el cultivo de caña de azúcar.

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Natal reaccionó

Recientemente, Natal modernizó su Plan Director, abriendo camino para competir en condiciones más equilibradas con João Pessoa. Sin embargo, todavía existen dudas sobre cómo nuevas estrategias tributarias en Brasil, tasas e impuestos sobre alquiler y transacciones inmobiliarias, podrán impactar en ese mercado. Si resultan demasiado pesadas, la reactivación puede verse comprometida.

Es importante recordar que Rio Grande do Norte carga con la fama de “inseguridad constructiva”: los inversores frecuentemente relatan dificultades para aprobar o ejecutar proyectos que serían bienvenidos en otros estados. La sensación, muchas veces, es que incluso existe una resistencia deliberada a emprendimientos de impacto económico en cualquier nivel. Si esa percepción no cambia, aun con ajustes urbanísticos, Natal puede seguir en desventaja frente al dinamismo de João Pessoa.


Una brutal tentación de invertir en este lugar

Brasil arrastra limitaciones significativas cuando se trata de inversiones. Por un lado, el Estado muestra restricciones presupuestarias y trabas burocráticas; por otro, el sector privado muchas veces duda en realizar grandes apuestas debido a la inseguridad jurídica que puede transformar oportunidades en riesgos severos. Quien se atreve a invertir fuerte en el país corre el riesgo de ser penalizado por reglas inestables, interpretaciones variables o tributos inesperados.

A pesar de eso, hay fronteras inmensas por explorar. La nueva conexión creada por el puente en João Pessoa es un ejemplo concreto: del otro lado puede emerger un fuerte polo de valorización inmobiliaria, impulsado por la rapidez de acceso a la capital. Ese vector de crecimiento puede abrir espacio a iniciativas que vayan más allá de la red doméstica e internacional tradicional.

Es plausible imaginar inversiones privadas en aeródromos locales que sigan modelos de éxito ya consolidados en otras regiones del país. Un ejemplo es el São Paulo Catarina Aeropuerto Ejecutivo Internacional, que reveló la fuerza de un mercado hasta entonces poco explorado: el de los jets ejecutivos de alta renta en aeropuertos más compactos y especializados.

Aunque existe una clara diferencia entre la escala económica de São Paulo y la realidad de João Pessoa, nada impide adoptar la misma filosofía, siempre que esté adecuadamente dimensionada. Un aeródromo ejecutivo, aliado a un nuevo corredor inmobiliario viabilizado por el puente, podría catapultar a João Pessoa a un nuevo nivel de desarrollo económico, combinando turismo, negocios e inversiones inmobiliarias en una misma estrategia integrada.

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