La prensa brasileña y el error permanente sobre Milei
- Ricardo Gurgel
- há 7 minutos
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Las recientes elecciones de medio término en Argentina mostraron un resultado innegablemente positivo para Javier Milei. Su gobierno, marcado por la austeridad fiscal y las reformas estructurales, viene mostrando señales concretas de recuperación económica. Aun así, la prensa brasileña continúa, en gran parte, incapaz de comprender el fenómeno Milei o, más precisamente, el contexto que lo sostiene.
Gran parte de los medios nacionales insisten en analizarlo a través de lentes ideológicas, desconsiderando lo más esencial de su propuesta: la defensa de una moneda fuerte y el rechazo al gasto estatal crónico. Argentina, históricamente corroída por la inflación y la pérdida de credibilidad monetaria, empieza a experimentar un cambio de paradigma, algo que muchos periodistas parecen no poder o no querer ver.
El peor mal de una nación es tener una moneda podrida. Es ella la que corroe el poder adquisitivo, destruye el ahorro e imposibilita la inversión a largo plazo. Milei, inspirado en la tradición austríaca de Ludwig von Mises, entiende que la prosperidad no nace de ilusiones contables, sino de fundamentos sólidos: control del gasto, previsibilidad y responsabilidad fiscal. Esa visión resulta casi herética para una parte de la prensa brasileña, aún aferrada a la creencia de que el Estado puede “estimular” la economía mediante déficits y emisión de dinero.
El resultado es un escenario en el que muchos medios se dicen sorprendidos por el triunfo político de Milei, cuando en realidad refleja a una población cansada de promesas fáciles y de políticas que solo producen empobrecimiento. La mala voluntad para reconocer los avances de la economía argentina no es casual: deriva de la persistencia de colores partidarios y narrativas ideológicas que ciegan a parte del periodismo brasileño frente a los hechos.
Mientras tanto, el gobierno de Milei continúa consolidando un cambio estructural poco común en América Latina, y lo hace con el coraje de quien entiende que no hay crecimiento real sin disciplina. Quizás sea justamente eso lo que tanto incomoda: la demostración práctica de que el discurso liberal, aplicado con coherencia, puede devolver la dignidad económica a un país.
Eficiencia y austeridad: el contraste entre Milei y el modelo brasileño
ientras Javier Milei avanza en la reconstrucción de la economía argentina con un programa claro de eficiencia estatal y reducción de impuestos, Brasil sigue el camino opuesto: amplía el gasto público y, de manera inevitable, prepara el terreno para nuevas cargas tributarias sobre quienes producen.
Milei comprende que un Estado sobredimensionado es enemigo directo de la prosperidad. Su prioridad ha sido recortar gastos burocráticos, eliminar estructuras improductivas y reordenar las cuentas públicas para que el dinero del contribuyente recupere su valor. En lugar de recurrir a la vieja fórmula populista de “estimular la economía” con más déficit y emisión de moneda, el gobierno argentino apuesta por la racionalización administrativa y por la confianza en el sector privado como motores del crecimiento. La lógica es simple, pero revolucionaria para América Latina: no hay libertad económica con un Estado voraz e ineficiente.
El contraste con Brasil es evidente. Aquí, la maquinaria pública sigue en expansión, sostenida por discursos que prometen justicia social pero producen lo contrario: aumento del costo de vida, fuga de inversiones y desánimo entre emprendedores. El gobierno brasileño continúa priorizando el gasto fácil, ampliando ministerios, multiplicando cargos y creando nuevos programas de gasto permanente, mientras la cuenta se transfiere sistemáticamente a la población en forma de más impuestos, tasas y contribuciones.
Milei, por el contrario, entiende que el equilibrio fiscal no es una opción ideológica, sino una exigencia moral. Un Estado que vive de succionar el trabajo de su población está condenado a la mediocridad. Reducir impuestos y simplificar la burocracia no es “neoliberalismo salvaje”, como algunos sectores intentan caricaturar; es un acto de respeto hacia el ciudadano y la productividad nacional.
Mientras Argentina intenta reencontrar el camino de la responsabilidad, Brasil insiste en confundir crecimiento con gasto público. La diferencia entre ambos proyectos es clara: Milei apuesta por la creación de riqueza real, y Brasil, lamentablemente, sigue apostando a ilusiones contables que siempre terminan cargando más peso sobre el contribuyente.











